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Os voy a contar una historia que bien no podría ser la única. En algún lugar creció una joven mujer que con sueños y proyectos miraba hacia el futuro con esperanza. Las circunstancias y las adversidades no fueron nunca especialmente agradables pero ella se aferraba con un gran valor a crear su propio mundo con ilusión. Con el tiempo conoció a un hombre con quien compartir la vida, los planes de futuro y las ansias que nos inculcan de formar nuestra propia familia le acompañaban siempre.

Su relación era buena y comfortable, asi que decidieron tener un hijo. Cuando el hijo nació la responsabilidades se cernían sobre la pareja, el hombre asustado y confuso se empezó a plantear que estaba haciendo con su vida, muchos cambios, un hijo al que cambiar pañales, una presencia constante que le recordaba constantemente que ahora era padre. 

La mujer enamorada de su hijo, quien había llevado consigo 9 meses y quien le había cambiado el cuerpo, cada estría,aumento de peso, ya no era la de antes desde luego. No entendía las ausencias de su pareja, su confusión, lo prioritario para ella ahora era estar con el hijo. El hombre no pudo evitar sentirse desplazado, y se preguntaba asi mismo como había llegado a ese punto ¿Había tenido una familia porque él había querido o porque era lo que los demás esperaban de él en un mundo que todos hacen lo mismo?

El pánico y el miedo se adueñaron de su corazón, y ante los ojos de su hijo tan solo podía ver cadenas que le aprisionaban la garganta. Su mujer había cambiado, su cuerpo no era el mismo, ya no se arreglaba como antes, todo lo que oia de ella era "el niño" "Cógelo" "A donde vas?" "Quédate con él" "Quiere comer"... No,no estaba preparado, y en un acto de libertad como quien se ahogaba en el agua y da su primer suspiro se marchó, todo alrededor era propicio para irse, todo empezó a nubarse, las discusiones, la falta de comunicación.... Se marchó a encontrar lo que quería en la vida, y nisiquiera su hijo podía detenerle de la necesidad de ello.

La mujer tampoco se sentía tan diferente, incomprendida, desfigurada, se quedo sin tiempo para arreglarse o preocuparse por ella misma, el bebe lloraba y estuviese preparada o no su hijo ahora dependía totalmente de ella. Con el tiempo y en soledad se autocastigaba ella misma, aborrecía los cambios en el cuerpo complices de tiempo, de llevar el niño a cuestas y trabajar todo el día, todos estos esfuerzos mermaban en su cuerpo como las cicatrices en el alma.

Podía hacer dos cosas, seguir siendo exigente consigo misma y hundirse en su desgracia, o intentar comprender  que pese a todo, no todo es culpa suya, el padre de niño tomó su decisión que aunque de cobardía era lo que él necesitaba, y ella tomo la suya con su consecuencia. Ser madre la inspiraba, nunca pensó que estaría sola, siempre soñó con aquellas familias felices que veia en la tele en aquellas primeras películas a color, pero ella tomo la decisión de ser la mejor madre que pudiese para su hijo sabiendo que no es perfecta. 

Si tenía tiempo lo dedicaba a su hijo, y ambos eran partícipes de la vida del otro, no había tiempo ni dinero para peluquerias, estética...de vez en cuando se miraba a si misma y las largas horas de pie le pasaban factura,las varices atestiguaban cada postura forzada, las manos estropeadas pero firmes, una imagen trabajadora e imperfecta. Pensaba "¿Asi como nadie va a quererme?" y aun en su confusión ella no había descubierto su mayor virtud.

Un día después de recoger al niño cogieron el tren de vuelta a casa, el niño se había dormido y lo llevaba recostado en los brazos, todos los asientos estaban ocupados y como solo eran unas pocas paradas se quedó mirando el cristal de la puerta. "¿Has visto eso? Oyó murmurar tras suya. Unas chicas jovencitas como ella lo fue un día, reian impecables,bien vestidas, piel sueve y tersa, collares y complementos. En su inconsciencia eso era para ellas su carta de presentación a los demás, llenas de ilusiones y sueños, de una imagen que crear de ellas mismas, eso ya lo había visto antes. 

"¿Cómo es posible que alguien se atreva ir asi?" "¿Has visto que varices? Yo no podría enseñar las piernas teniéndolas así ni aunque me muriese de calor" "No entiendo como la gente se puede abandonar tanto" "Cuando me salgan canas no lo quiero ni pensar" Y aun en su inocencia de hablarlo extremadamente bajo, la mujer con su hijo en brazos lo oyó todo. Bajó silenciosamente del tren y llegando a su casa se puso a llorar en silencio. Sentía que sería una verguenza para su hijo el día de mañana, no tendría la madre perfecta y bonita que presentar a sus amigos, no tenía un padre ni nadie más que le quisiera aparte de ella, el niño luego crecería y se iría de casa y ella se quedaría sola, y nunca encontraría la compañía de un buen amor con quien ser feliz ¿Cómo iba nadie a encontrarla atractiva, si nisiquiera el padre de su hijo lo hizo? Ahora que el niño dormía y no tenía su compañía se sentía sola, una soledad que no le había preocupado tanta hasta ese momento. Salío al patio trasero y rompió a llorar.

"¿Porqué lloras?" El vecino había salido a sacar la basura y fue a consolarla. Ella sobresaltada hizo amago de dejar de llorar pero no pudo y empezó a quitarse ese enorme peso de encima, cada inseguridad, cada sentimiento, brotaba de sus ojos y de cada frase casi indescifrable. El vecino le cogío de la cara y clavando sus ojos en los suyos hizó que dejara de llorar y su mudez le permitiera ahora hablar. 

"Sabes que siempre te he visto, cada vez que entrabas y cada vez que salías, desde que te mudaste aqui, y aunque no por curiosidad se más de tu vida de lo que podía imaginar, es inevitable siendo tu vecino" y sonrió " ¿Y sabes que? Eres la mujer más bonita que he visto. Mientras que otras mujeres anteponían sus inseguridades a el amor de sus hijos, y se gastaban el dinero en arreglar sus imperfecciones, en corregir sus mismas inseguridades, la inseguridad les venció. Pasaban menos tiempo con sus hijos, los vestían como ellas se vestían, los "maquillaban" con la misma imagen social que ellas consideran como belleza, si pudieses leer su pensamiento cada vez que sus hijos le hablan pero no les escuchan, si pudieses saber que inconsciencia les atrapa sabrías que allí no reside un gran amor. Sin embargo tú, a cada momento anteponías lo que es valioso de verdad para ti, que tu hijo sea feliz con la sencillez de ser y estar unidos, guardando el dinero para unas pequeñas vacaciones juntos y que tu hijo viera mundo, haciendo esas cosas que quisiste con su padre como una familia y nunca pudo ser, pero tú lo hiciste posible. Esa fortaleza con la que coges a tu hijo en brazos dormido, causándote estos cambios en el cuerpo que te desagradan y aun asi tú antepones el amor por encima de todas esas cosas físicas.
 
Cuando juegas en el patio con tu hijo y le miras con esa mirada...no se explicarte es lo más bonito que he visto nunca, viendo a una mujer como tú siendo luchadora y con una sonrisa firme en todo momento. Yo no se quien es su padre pero lo que daría por ver a la mujer de mis hijos cuidarlos asi, si cada cicatriz en su cuerpo es un acto de amor hacia ellos, ¿Qué hay más hermoso que eso?"

La mujer absorta, aun procesaba toda la información que acababa de recibir, un sentimiento de ligereza le envolvía "¿Pero tú...?" Pero él la interrumpió "Pero yo no te he dicho nada porque te creia tan fuerte y divina que temía no encajar en tu vida, que te quedase algo de amor para mi con todo el amor que le das a tu hijo, os veía tan bien juntos que temí que me tomaras por un enemigo, y no di el paso porque...porque soy tu vecino! Yo se el amor que te une a tu hijo y no quiero cambiarlo, pero me encantaría ver esa belleza cada día si me permites simplemente aprender a caminar contigo y si quieres caminar conmigo en la vida."

Espero que os haya gustado, porque conozco muchas mujeres así y en sus ojos se encuentra la verdadera belleza de una mujer.

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